Una de las características más sorprendentes del funcionamiento muscular que resulta evidente para aquellos que realizan tests musculares manuales específicos es la presencia de debilidad incluso en las personas que de forma regular realizan actividad física. Una presunción mantenida con frecuencia es que la participación en las actividades diarias o en algún deporte supone una demanda adecuada para todos los músculos, asegurando su normal desarrollo. Sin embargo, un test muscular específico realizado de forma meticulosa demuestra frecuentemente debilidad muscular en diversos músculos. Por ejemplo, músculos que con mucha frecuencia se encuentran debilitados son la porción inferior del trapecio, el oblicuo externo del abdomen, el glúteo mayor y la porción posterior del glúteo medio. Incluso personas que son deportivamente activas muestran diferencias de fuerza en los músculos sinergistas; un músculo puede ser notablemente más débil que su sinergista.
El siguiente ejemplo ilustra cómo los movimientos repetitivos pueden alterar la función muscular y conducir a alteraciones del movimiento. Cuando los músculos glúteo mayor y piramidal son los músculos dominantes al realizar la extensión de cadera, sus inserciones proximales proporcionan un mejor control del fémur en el acetábulo que cuando esta acción la realizan los músculos isquiotibiales. Las inserciones de los músculos piramidal y glúteo mayor en el trocánter mayor y en la línea intertrocantérea del fémur proporcionan control de la porción proximal del fémur durante la extensión de cadera. El glúteo mayor, mediante el tracto iliotibial, también se inserta distalmente en la tibia. De esta forma, este músculo produce movimiento tanto de la zona proximal como distal del muslo, lo que refuerza el mantenimiento de una posición relativamente constante de la cabeza femoral en el acetábulo durante la extensión de cadera.
El patrón normal puede verse alterado, especialmente en los corredores de fondo que desarrollan debilidad de los músculos psoas-ilíaco y glúteo mayor. Por el contrario, los músculos tensor de la fascia lata (TFL), recto femoral e isquiotibiales suelen reforzarse y ser más dominantes en corredores de fondo que en no corredores. La ausencia de equilibrio en la fuerza y patrón de actividad entre los músculos flexores y extensores de la cadera puede contribuir a las alteraciones de movimiento, ya que cada músculo tiene una acción ligeramente diferente sobre la articulación en la que se inserta. Cuando dentro del grupo uno de los músculos es dominante, se altera la precisión del movimiento articular. En caso de que los músculos isquiotibiales sean dominantes y el músculo glúteo mayor se encuentre debilitado, puede darse tensión de los isquiotibiales y diversos problemas de coxalgia. Una razón de que el movimiento de cadera se encuentre alterado es porque los músculos isquiotibiales, excepto uno, se originan en la tuberosidad isquiática y se insertan en la tibia. (La excepción es la cabeza corta del músculo bíceps femoral, que se inserta distalmente en el fémur.) Dado que los músculos isquiotibiales, excepto la cabeza corta del bíceps femoral, no se insertan en el fémur, no pueden proporcionar un control preciso del movimiento del extremo proximal del fémur durante la extensión de cadera. Cuando la actividad de los músculos isquiotibiales es dominante durante la extensión de cadera, el fémur proximal produce estrés sobre la cápsula articular anterior mediante un deslizamiento anterior durante la extensión de cadera en vez de mantener la cabeza femoral en una posición mantenida dentro del acetábulo. Esta situación puede exagerarse si el psoas ilíaco se encuentra estirado o debilitado y no proporciona la restricción y control normal a la cabeza femoral.
Estos cambios en la dominancia no son meras suposiciones: han
sido confirmados mediante tests musculares manuales y una minuciosa
monitorización del movimiento articular. El test muscular manual se usa para evaluar la
fuerza relativa de los sinergistas y para la identificación de desequilibrios
musculares. La monitorización minuciosa de la precisión de la movilidad
articular es también necesaria cuando el desequilibrio muscular ha producido
una alteración de movimiento. Por ejemplo, la
monitorización del trocánter mayor durante la extensión de cadera permitirá identificar
qué músculos ejercen el efecto dominante. El trocánter mayor se desplazará
anteriormente cuando sean los músculos isquiotibiales los dominantes. El
trocánter mayor mantendrá una posición constante o sufrirá un ligero
desplazamiento posterior cuando los músculos glúteo mayor y piramidal sean los
músculos agonistas de la extensión de cadera.